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El impulso de la UE para cerrar el acuerdo de libre comercio con Mercosur en medio de resistencia política
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha intensificado los esfuerzos para finalizar un histórico acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y el bloque sudamericano Mercosur, a pesar de la creciente oposición de varios Estados miembros de la UE. Durante su visita a Uruguay para una cumbre con Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, Von der Leyen expresó su optimismo sobre las posibilidades del acuerdo, calificándolo como "al alcance". Sin embargo, la resistencia de última hora por parte de países clave de la UE ha puesto en duda su aprobación.
El acuerdo UE-Mercosur, en negociación desde 1999, busca crear una de las zonas de libre comercio más grandes del mundo, abarcando más de 700 millones de consumidores. El tratado pretende reducir los aranceles aduaneros y facilitar el comercio entre las dos regiones. Para la UE, el acuerdo permitiría exportar con mayor facilidad automóviles, maquinaria y productos farmacéuticos a Sudamérica. Por su parte, los países del Mercosur, incluidos Brasil, aspiran a obtener un mejor acceso al mercado europeo para productos agrícolas como carne, soja, azúcar y miel.
Oposición y preocupaciones
A pesar del amplio apoyo de la mayoría de los Estados miembros de la UE, incluidos Alemania y España, la oposición de Francia, Italia y Polonia amenaza con frenar el progreso del acuerdo. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha reiterado su firme postura contra el tratado, citando preocupaciones sobre los estándares ambientales y laborales, así como el posible ingreso masivo de importaciones de bajo costo a Europa. Macron calificó el acuerdo como "inaceptable en su estado actual".
El acuerdo propuesto ha enfrentado una fuerte oposición por parte de los agricultores de la UE, quienes temen la competencia de los productores sudamericanos que operan bajo regulaciones ambientales y sanitarias menos estrictas. Activistas medioambientales y ONGs también han levantado alertas, argumentando que el tratado podría agravar la deforestación en el Amazonas y contribuir al cambio climático.
Desafíos para la ratificación
Incluso si se firma, el acuerdo enfrenta obstáculos procedimentales. Su ratificación requiere la aprobación de al menos 15 países de la UE que representen el 65% de la población del bloque, además del apoyo mayoritario en el Parlamento Europeo. La oposición de países clave como los Países Bajos, Austria y Francia podría formar una minoría de bloqueo.
Mientras tanto, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha minimizado la oposición de Francia, afirmando que las decisiones recaen en la Comisión Europea. Para Lula, avanzar en el acuerdo es crucial para fortalecer Mercosur, especialmente ante la presión de Argentina y Uruguay, que buscan mayor autonomía para negociar acuerdos comerciales bilaterales fuera del bloque.
Implicaciones más amplias
El renovado impulso de la UE por este acuerdo se produce en un contexto de consideraciones geopolíticas más amplias. El tratado se percibe como un contrapeso al creciente peso de China en Sudamérica y un paso estratégico para reforzar los lazos económicos entre las regiones. Para Brasil, asegurar el acuerdo representaría un avance en Mercosur y mejoraría sus asociaciones comerciales a nivel global.
A pesar de estas ambiciones, las preocupaciones no resueltas sobre la sostenibilidad ambiental y los derechos laborales siguen siendo puntos críticos. Cualquier acuerdo final probablemente requerirá revisiones para abordar estos problemas y lograr una aceptación más amplia entre los Estados miembros de la UE.
Los esfuerzos de Von der Leyen para concretar el acuerdo UE-Mercosur subrayan la complejidad de equilibrar las oportunidades económicas con las preocupaciones políticas y ambientales. A medida que continúan las negociaciones, el destino del tratado sigue siendo incierto, lo que pone de relieve los desafíos de forjar consensos en el diverso panorama político de la UE.