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La violencia sectaria en Siria provoca 1,000 muertes, socavando los esfuerzos de paz
El 6 de marzo, una serie de ataques violentos en Siria, supuestamente orquestados por partidarios del derrocado presidente Bashar al-Assad, llevó a un devastador saldo de vidas civiles. Los agresores, principalmente de la secta alauita, atacaron a miembros de los ministerios de defensa y asuntos internos, desatando una ola de represalias por parte de las fuerzas de seguridad y grupos armados a lo largo de la costa siria y en las montañas de Latakia.
Para el 9 de marzo, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) reveló que casi 1,000 civiles alauitas habían perecido en lo que muchos han descrito como "asesinatos por venganza", tras los ataques iniciales. El número de muertos reportado también incluía a 231 miembros de los servicios de seguridad y del ministerio de defensa, así como a 250 combatientes alauitas, culminando en un total de 1,454 fallecimientos.
Los relatos de testigos en Latakia indicaron que, aunque los atacantes afirmaban estar afiliados a Hayat Tahrir al-Sham (HTS), el grupo responsable de la caída del régimen de Assad, los residentes locales los identificaron como un “grupo terrorista” separado.
En un discurso público el 9 de marzo, el presidente interino de Siria, Ahmed al-Sharaa, también conocido como Mohammad al-Julani, se comprometió a investigar las masacres, afirmando que quienes fueran culpables de derramamiento de sangre civil enfrentarían justicia. Caracterizó a las facciones violentas como “remnants del régimen anterior”, advirtiendo sobre sus intentos de sumergir a Siria nuevamente en un conflicto civil.
Al-Sharaa enfatizó la urgencia de la situación, declarando que el comité de investigación tendría la autoridad para utilizar los medios necesarios para cumplir con su mandato, con un informe programado para dentro de 30 días.
Este aumento de la violencia se produce apenas tres meses después de la caída del régimen de al-Assad, un cambio liderado por HTS en colaboración con el Ejército Nacional Sirio respaldado por Turquía. Las recientes masacres han empañado gravemente las esperanzas de un nuevo comienzo en Siria, complicando los esfuerzos por sanar las profundas heridas sectarias infligidas por la administración anterior.
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