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España enfrenta críticas por errores diplomáticos con Marruecos
España está bajo fuego por una serie de errores diplomáticos que amenazan con reavivar las tensiones con Marruecos, un socio clave en el norte de África. La última controversia gira en torno a imágenes virales del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, posando con la segunda vicepresidenta y ministra de Trabajo de España, Yolanda Díaz, durante la investidura del nuevo presidente de Uruguay.
Activistas pro-Polisario y medios afiliados a Argelia han alegado además que el rey Felipe VI saludó a Ghali en el mismo evento, una afirmación que alimenta las especulaciones sobre la postura de España en el conflicto del Sáhara.
Una relación frágil a prueba
La aparición de Brahim Ghali junto a Yolanda Díaz no sorprende a muchos observadores, dado el historial de comentarios críticos de Díaz sobre Marruecos. En abril de 2024, se refirió a Marruecos como un "país dictatorial" y desde entonces ha mantenido un enfoque hostil hacia Rabat. Díaz, ahora figura destacada en la coalición de izquierda radical Sumar, también ha prometido anular los recientes acuerdos entre Marruecos y España si es elegida presidenta del gobierno.
Las alegaciones sobre el encuentro del rey Felipe VI con Ghali han suscitado reacciones mixtas. Mientras algunos temen que esto pueda desencadenar otra crisis diplomática, otros argumentan que el evento no tiene relevancia política. El periodista y profesor de sociología Paulino Ros desestimó las afirmaciones, sugiriendo que los activistas pro-Polisario intentan provocar tensiones. "Las personas en estas fotos están en declive político y están usando al rey español para mantenerse relevantes, pero sus esfuerzos fracasarán", dijo Ros a Morocco World News.
Contexto histórico de tensiones
El conflicto del Sáhara sigue siendo un tema profundamente sensible para Marruecos, que considera la región parte integral de su territorio. Las relaciones diplomáticas entre Rabat y Madrid se deterioraron en abril de 2021 cuando España permitió la entrada de Brahim Ghali con una identidad falsa, supuestamente por razones médicas. Ghali, acusado de crímenes de guerra y abusos contra los derechos humanos, viajó bajo el nombre de "Mohammed Ben Battouch" para evitar repercusiones legales.
La decisión del gobierno español de acoger a Ghali sin consultar a Marruecos provocó indignación. El Ministerio de Asuntos Exteriores marroquí convocó al embajador español en Rabat, condenando la medida como una violación del "espíritu de asociación y buena vecindad". El incidente condujo a un periodo de deterioro de las relaciones, que solo comenzó a mejorar en marzo de 2022 después de que España respaldara el Plan de Autonomía de Marruecos para el Sáhara como "la solución más seria y creíble" al conflicto. Este giro histórico siguió a la visita del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, a Marruecos, donde se reunió con el rey Mohammed VI.
Tensiones latentes y errores recientes
A pesar del acuerdo de 2022, la relación entre ambas naciones sigue siendo frágil. Los medios españoles han acusado a Marruecos de imponer trabas burocráticas a las operaciones aduaneras, mientras que las autoridades marroquíes han señalado la falta de coherencia del discurso español sobre la cuestión del Sáhara. En diciembre de 2024, Sánchez desató otra polémica al pronunciar un discurso navideño frente a un mapa que excluía las provincias del sur de Marruecos. La omisión contradecía directamente el apoyo oficial de España a la integridad territorial de Marruecos, generando dudas sobre la sinceridad de Madrid.
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha tratado de minimizar estas preocupaciones, destacando la "máxima lealtad y fiabilidad" de la cooperación hispano-marroquí. Sin embargo, estas garantías han hecho poco para disipar las sospechas en ambos lados.
¿Qué esperar?
Mientras las tensiones persisten, no está claro si el gobierno español rechazará firmemente las afirmaciones promovidas por los activistas pro-Polisario o si la última controversia escalará hacia una nueva ruptura diplomática. Por ahora, la gestión del expediente del Sáhara sigue siendo una prueba de fuego para la relación de España con Marruecos, una asociación crucial para el comercio, la gestión migratoria y la seguridad regional.
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