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Guerra secreta y ofensiva encubierta contra el programa nuclear iraní
Una nueva investigación ha revelado una operación extraordinaria en la que la diplomacia secreta, los asesinatos selectivos y los bombardeos de precisión se combinaron en una de las campañas militares más importantes de los últimos años. Los hallazgos indican que en junio, mientras se desarrollaban negociaciones discretas con Teherán, fuerzas coordinadas de Israel y Estados Unidos lanzaron una serie de ataques para paralizar la infraestructura nuclear de Irán y eliminar a su liderazgo científico.
Diplomacia encubierta y motivos ocultos
Según documentos obtenidos por The Washington Post y PBS Frontline, altos funcionarios de la administración Trump transmitieron una propuesta a través de intermediarios cataríes ofreciendo levantar todas las sanciones estadounidenses si Irán desmantelaba sus principales instalaciones de enriquecimiento y dejaba de apoyar a grupos armados aliados. Las autoridades iraníes rechazaron el plan por considerarlo irreal e inaceptable.
Pocos días después, el gesto diplomático dio paso a una campaña militar de gran envergadura, donde el engaño y la acción encubierta de alto nivel se entrelazaron.
Engaño y asesinatos selectivos
Mientras los medios internacionales informaban sobre aparentes señales de moderación, los operativos israelíes y estadounidenses ya estaban listos para ejecutar un plan en dos fases. El 13 de junio, unidades de élite israelíes llevaron a cabo asesinatos sincronizados de once científicos nucleares iraníes de alto rango, utilizando lo que los servicios de inteligencia describieron como un “arma de precisión especializada”. Informes verificados confirman al menos 71 víctimas civiles en varios lugares, incluidas las muertes de los investigadores Mohammad Mehdi Tehranchi y Fereydoun Abbasi.
La operación terrestre del Mossad y sus consecuencias
En paralelo con los asesinatos, el Mossad lanzó lo que fuentes internas califican como su operación de campo más amplia hasta la fecha, bajo el nombre de Operación León Naciente. Más de un centenar de agentes iraníes entrenados en el extranjero infiltraron zonas estratégicas y destruyeron sistemas de misiles antes de que los aviones israelíes entraran en el espacio aéreo iraní.
Días después, bombarderos estadounidenses se unieron a la ofensiva atacando las instalaciones de Fordow, Natanz e Isfahan con municiones perforantes avanzadas y misiles de crucero.
El gobierno iraní informó más de mil muertes, incluidos cientos de civiles, mientras que los ataques de represalia con misiles causaron decenas de víctimas en Israel. La Agencia Internacional de Energía Atómica confirmó posteriormente graves daños estructurales en las instalaciones nucleares de Irán y un acceso limitado para los inspectores, aunque el enriquecimiento de uranio permaneció técnicamente recuperable.
Un equilibrio de poder incierto
Los líderes iraníes insisten en que el programa sobrevive a pesar de las pérdidas. “Pueden destruir los edificios, pero no el conocimiento”, declaró Ali Larijani, jefe del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán. Sin embargo, los analistas advierten que ambas partes operan ahora en un escenario de desconfianza, donde la diplomacia se confunde con el engaño y el riesgo de una nueva escalada permanece sin resolver.
