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50º aniversario: la Marcha Verde contada por quienes la vivieron
No fue solo una marcha hacia el sur, sino una profunda expresión de unidad y patriotismo marroquí. Con el Corán en una mano y la bandera nacional en la otra, cientos de miles de ciudadanos avanzaron con fe y convicción, decididos a defender su causa nacional mediante la paz y la fraternidad.
Cincuenta años después, la Marcha Verde sigue grabada en la memoria colectiva de Marruecos como un momento de unidad, fe y orgullo nacional. Atendiendo al llamado del difunto rey Hassan II, miles de voluntarios de todas las regiones del Reino se reunieron en ciudades del sur como Agadir, Guelmim, Tan-Tan y Tarfaya antes de la histórica partida del 6 de noviembre de 1975.
Houideg Mbarek, participante de la tribu Ait Oussa, recuerda la inmensa alegría y el entusiasmo compartido de aquel día. “Marchábamos con el corazón lleno de fe, unidos del norte al sur, sin distinciones. Éramos un solo pueblo”, contó a la agencia MAP.
Para él, la Marcha Verde no fue solo un acto político, sino un símbolo vivo de fraternidad y propósito común entre todos los marroquíes.
Mohamed Azzi, quien participó como joven voluntario, afirmó que nunca dudó en responder al llamado de la patria. “Sabíamos que el Sáhara era la columna vertebral de Marruecos y que debía recuperarse pacíficamente”, explicó. Recuerda las carreteras bordeadas de ciudadanos que ofrecían agua y pan a los marchadores. “La Marcha nos enseñó que la paz es más fuerte que la guerra y que cuando un marroquí cree en su causa, nunca retrocede”, añadió.
Souaki Hassan, originario de Guelmim, dejó la escuela para unirse al movimiento, impulsado por un sincero sentimiento patriótico. “Había un ambiente de alegría y solidaridad. La gente llegaba de todas las regiones para participar, sin distinción entre ricos y pobres, jóvenes y mayores. Todos éramos simplemente marroquíes”, recordó.
Para estos testigos, la Marcha Verde fue mucho más que una acción política: fue una manifestación de fe, unidad y patriotismo. Medio siglo después, aún la evocan con emoción, convencidos de que ese espíritu de unidad sigue vivo en el corazón de las nuevas generaciones marroquíes.
La Marcha Verde, en cierto modo, nunca terminó. Sigue viva en la memoria de quienes la vivieron y en la determinación de un pueblo unido, desde Tánger hasta Lagouira.