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El Canal de Panamá y el legado de derecho de América

El Canal de Panamá y el legado de derecho de América
Jueves 02 - 16:04
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A medida que Donald Trump se prepara para retomar la presidencia, su retórica recientemente ha comenzado a dirigirse hacia un objetivo inesperado: el Canal de Panamá. El expresidente ha utilizado las redes sociales para expresar su frustración por las tarifas que Panamá cobra por el paso a través de la vía interoceánica, las cuales considera injustas para Estados Unidos. En su opinión, las acciones de Panamá son particularmente ofensivas, dada la "extraordinaria generosidad" que él cree que Estados Unidos ha extendido al país.

Sin embargo, esta afirmación ignora realidades históricas. El Canal de Panamá, construido por Estados Unidos a principios del siglo XX, fue operado por este país hasta 1999, cuando el control fue oficialmente entregado a Panamá. Las alegaciones de Trump sobre el control militar chino del canal son infundadas, ya que no existe tal presencia extranjera hoy en día.

La narrativa de la "generosidad" estadounidense hacia Panamá también es problemática. Un ejemplo clave es la invasión militar de Estados Unidos en 1989, conocida como la Operación Causa Justa, que resultó en miles de muertes civiles, particularmente en el barrio panameño de El Chorrillo. La invasión llevó al derrocamiento del líder de Panamá, Manuel Noriega, quien alguna vez estuvo en la nómina de la CIA a pesar de su implicación en el narcotráfico. Esta acción abrió la puerta para una mayor participación de la élite panameña en el comercio internacional de drogas.

Desde 1903 hasta 1979, Panamá estuvo bajo el control de facto de Estados Unidos a través de la Zona del Canal de Panamá, una área que albergaba bases militares y mantenía la segregación racial, incluso después de que tales políticas fueron abolidas en los propios Estados Unidos. La construcción del canal, que costó miles de vidas, fue impulsada por el interés estratégico de Estados Unidos en la dominación global, no por un deseo altruista de ayudar a Panamá. La finalización del canal en 1914 marcó la realización de la visión del presidente Theodore Roosevelt sobre el destino global de Estados Unidos.

La intervención de Estados Unidos en la soberanía de Panamá comenzó con la intervención de Roosevelt en 1903, lo que condujo a la separación del país de Colombia y a la creación de la Zona del Canal de Panamá. Esta acción fue "tallada en el corazón de América Latina para servir a los objetivos de una potencia extranjera", como señalaron los autores John Weeks y Phil Gunson. Las cicatrices de esta historia siguen siendo visibles, con calles y lugares en la Ciudad de Panamá que llevan nombres relacionados con la influencia de Estados Unidos, como la Avenida Cuarto de Julio, que luego fue renombrada como Avenida de los Mártires en honor a las víctimas panameñas de los disturbios de la bandera de 1964, durante los cuales las fuerzas estadounidenses mataron a 21 personas.

Trump también tiene una conexión empresarial con la Ciudad de Panamá a través de un edificio de lujo que alguna vez fue branded como el Trump Ocean Club International Hotel and Tower. El edificio, ahora conocido simplemente como "The Trump", ha estado asociado con el crimen organizado y el dinero del narcotráfico. Sin embargo, a pesar de sus vínculos con Panamá, Trump nunca ha mostrado mucho interés en el país... hasta ahora, cuando sus repentes amenazas de recuperar el canal encajan perfectamente en su narrativa de "América Primero", diseñada para agitar a su base política con afirmaciones de injusticia y victimismo.

Estados Unidos ha sido durante mucho tiempo una superpotencia global, capaz de imponer su voluntad en países de todo el mundo. La retórica de Trump sobre el Canal de Panamá es simplemente otra manifestación de la tendencia de Estados Unidos a afirmar su dominio, mientras se presenta como víctima de la injusticia internacional. Como muestra la historia, Estados Unidos tiene un largo historial de dar forma a la política exterior para adaptarse a sus intereses, a menudo a expensas de la soberanía y el bienestar de los países a los que apunta.

Como dijo el diplomático colombiano Dr. José Vicente Concha en 1902, los estadounidenses pueden “jugar un poco con su presa antes de devorarla”, pero su objetivo final sigue siendo el mismo: el dominio. A medida que Trump continúa moldeando su visión de la política exterior, está claro que este legado de imperialismo y derecho no es probable que se deje atrás.

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