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España afronta una fuerte brecha salarial entre inmigrantes y locales
Un nuevo estudio global revela que los trabajadores inmigrantes en España ganan casi un tercio menos que los ciudadanos españoles, lo que pone de relieve desigualdades estructurales en el mercado laboral mientras el país se prepara para un cambio demográfico importante.
La investigación, dirigida por la Universidad de Oslo y publicada en Nature Journal, encontró que los inmigrantes en España ganan un 29,3 por ciento menos que los locales—la brecha salarial más alta entre los nueve países encuestados. El estudio, realizado con la participación de IESE Business School en España y más de una docena de instituciones internacionales, analizó datos de 13,5 millones de personas en múltiples economías.
La brecha salarial de España supera a la de Canadá (27,5 por ciento), Alemania (19,6 por ciento), Francia (18,9 por ciento) y Estados Unidos (10 por ciento). Solo Suecia reporta una diferencia significativamente menor (7 por ciento). El promedio de la brecha salarial entre inmigrantes y locales en los países analizados es del 17,9 por ciento.
Los investigadores atribuyen aproximadamente el 75 por ciento de la brecha salarial en España a la segregación laboral, es decir, los inmigrantes están concentrados en sectores de bajos salarios. El resto de la diferencia se debe a disparidades salariales dentro de los mismos puestos y empresas, lo que el estudio denomina “desigualdad dentro del puesto”. España destaca también en esta categoría con un 7 por ciento, solo superada por Canadá (9,4 por ciento).
Las diferencias salariales también varían según la región de origen. Los migrantes del África subsahariana enfrentan la mayor brecha salarial promedio con un 26,1 por ciento, seguidos por los trabajadores del Medio Oriente y el norte de África (23,7 por ciento), Asia (20,1 por ciento) y América Latina (18,5 por ciento). Los inmigrantes de Europa, Norteamérica y otros países occidentales registran una brecha menor del 9 por ciento.
Una excepción son los nómadas digitales no pertenecientes a la UE que trabajan para empleadores en el extranjero. Para obtener la visa de nómada digital de España en 2025, deben ganar al menos 2.762 euros mensuales.
Fernando Pinto Hernández, profesor de economía en la Universidad Rey Juan Carlos, afirmó en la prensa española que “el caso español es particularmente preocupante y pone de relieve la existencia de obstáculos estructurales para la integración laboral, incluso para trabajadores que ya han accedido al mercado formal”.
Todo esto ocurre mientras España se enfrenta a una inminente crisis demográfica. Los analistas predicen que el país necesitará hasta 25 millones de trabajadores migrantes adicionales en las próximas décadas para sostener su sistema de pensiones, a medida que una gran parte de la población activa nacional se jubila.
Al mismo tiempo, la inmigración sigue siendo un tema político candente. Vox, el partido de extrema derecha en España, ha matizado recientemente las declaraciones polémicas de su portavoz Rocío de Meer, quien sugirió la deportación de “8 millones de personas”, incluidos inmigrantes de segunda generación. El líder del partido, Santiago Abascal, desmintió estas afirmaciones, aunque la inmigración continúa alimentando un discurso polarizador en el ámbito político español.
Con una escasez de mano de obra en el horizonte y una brecha salarial persistente, España enfrenta ahora un doble desafío: integrar de manera justa a su creciente fuerza laboral migrante y abordar las desigualdades económicas que obstaculizan la productividad y la cohesión social.