Angela Rayner, en crisis tras la ruptura con el sindicato Unite

Angela Rayner, vicepresidenta del Partido Laborista y exrepresentante sindical, se encuentra en el centro de una crisis política tras la decisión del sindicato Unite, el mayor donante del partido, de suspender su afiliación y amenazar con revisar su relación con el Laborismo. El conflicto resalta una creciente fractura entre la dirección laborista y el movimiento sindical en un momento en que el apoyo de la clase trabajadora se desplaza hacia Reform UK.

Solo en el primer trimestre de 2025, Unite donó 414.000 libras al Partido Laborista y 10.000 libras directamente a Rayner, lo que confirma su papel clave en la financiación del partido. La medida de Unite es tanto simbólica como estratégica: pretende presionar a Rayner y al líder laborista Keir Starmer para que tomen una postura más clara en favor de los trabajadores.

La huelga de recogida de basura en Birmingham: el detonante

El conflicto inmediato gira en torno a la huelga de los trabajadores de limpieza de Birmingham, que protestan desde marzo por recortes salariales impuestos por el ayuntamiento laborista de la ciudad. La secretaria general de Unite, Sharon Graham, acusó a Rayner de respaldar al "ayuntamiento rebelde" y de no defender a los trabajadores en huelga.

“Angela Rayner tuvo todas las oportunidades para resolver este conflicto, pero eligió apoyar a quienes recortan salarios”, declaró Graham. Rayner, por su parte, afirma que su afiliación a Unite ya había caducado antes de la suspensión.

No obstante, el conflicto refleja tensiones más profundas. Unite exige no solo apoyo en esta huelga concreta, sino también un compromiso real del Partido Laborista con la clase trabajadora, especialmente en un contexto de creciente agitación laboral. Médicos residentes, conductores del metro de Londres y funcionarios públicos están planeando o amenazando con huelgas, y esperan que el gobierno laborista responda favorablemente.

Una lucha por el rumbo del Laborismo

La influencia de Unite va más allá del dinero. El sindicato representa a más de 1,2 millones de trabajadores en sectores clave como la salud, el transporte y la industria. Su apoyo, o su retirada, puede redefinir la base electoral del Partido Laborista. Aún más preocupante para Rayner y Starmer, la salida de Unite podría motivar a otros sindicatos descontentos a seguir el mismo camino.

Un diputado laborista lo resumió así: “Unite se siente traicionado por Angela. Existe un descontento profundo porque el Partido Laborista se ha alejado de sus raíces obreras”.

Unite también criticó a Rayner por su Proyecto de Ley de Derechos Laborales, destinado a fortalecer el poder sindical y facilitar la convocatoria de huelgas. El proyecto incluye una cláusula para que los nuevos afiliados a sindicatos contribuyan automáticamente al fondo político, salvo que elijan no hacerlo, lo que aumentaría los fondos del partido. Pero Unite acusa a Rayner de contradecir su propio proyecto al no apoyar a los trabajadores de Birmingham.

Cálculos políticos arriesgados

El momento elegido por Unite no parece casual. Hace pocos días, Jeremy Corbyn anunció la creación de un nuevo partido político a la izquierda del Laborismo. Aunque aún está en fase inicial, ese nuevo partido podría convertirse en un destino alternativo para los fondos sindicales, lo que supondría un duro golpe para el Laborismo, tanto en lo económico como en lo simbólico.

Rayner enfrenta ahora un dilema político. Algunos analistas creen que podría estar intentando redefinir su imagen más allá de su identificación con la izquierda, utilizando un conflicto público con los sindicatos para ampliar su base dentro del partido.

Pero es una jugada arriesgada. Si Sharon Graham no está faroleando y lleva a cabo su amenaza, las aspiraciones de liderazgo de Rayner y la financiación clave del Partido Laborista podrían terminar entre la basura, igual que los desperdicios acumulados en las calles de Birmingham.