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La montaña rusa del gobierno y la oposición durante la semana arancelaria: De la buena disposición a la desconfianza
En solo una semana, Gobierno y oposición pasaron de estar alineados en su respuesta a la guerra comercial iniciada por Donald Trump a mostrar diferencias claras. Aunque ambas partes están de acuerdo en lo fundamental, como es habitual en su relación política, las formas de negociación han sido el centro de la discusión. El PP, que inicialmente elogió la "buena disposición" del ministro de Economía, Carlos Cuerpo, para llegar a un acuerdo sobre el decreto de aranceles, ha manifestado recientemente su "desconfianza" hacia el interlocutor del Gobierno.
Actualmente, las negociaciones están bloqueadas. La oposición cree que la pelota está en el tejado del Gobierno, mientras que este último apela al "sentido de Estado" del PP para que apoye el decreto y continúe impulsando medidas antiarancelarias.
Apenas dos días después de que la Administración estadounidense hiciera efectiva su amenaza arancelaria, imponiendo un 20% de arancel a todos los productos europeos (aunque más tarde lo suspendió, manteniendo solo un 10% para todos), el Gobierno citó a la oposición para abordar la crisis como un asunto de Estado. A diferencia de otras ocasiones, esta vez el Ejecutivo quiso dar relevancia al principal partido de la oposición, al que invitó un día antes que al resto de los grupos parlamentarios. El PP valoró positivamente este gesto, destacando la "buena disposición" del ministro.
Sin embargo, el PP subrayó que, aunque se reconociera el "trato cordial", el Gobierno no tenía aún un plan concreto para hacer frente a la situación que ya había anticipado el presidente de los Estados Unidos. Tanto el Gobierno como el PP pusieron al frente de las negociaciones a dos interlocutores de perfil más técnico que político.
El PP designó a su responsable económico, Juan Bravo, mientras que el Gobierno optó por el ministro Carlos Cuerpo para negociar con los grupos y las comunidades autónomas, lo que contrastaba con la elección en otras ocasiones. El ministro de Presidencia, Félix Bolaños, solía ser el encargado de dialogar con los grupos, y en el caso del PP, con su portavoz parlamentario, Miguel Tellado.
El tono seguía siendo positivo, e incluso Bravo extendió una mano al Gobierno, afirmando que el PP actuaría con "sentido de Estado". A medida que las negociaciones avanzaban, Cuerpo envió a todos los grupos el borrador del decreto, con el fin de incorporar las propuestas de otras formaciones. Ese mismo lunes, el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, aprovechó para presentar su propio plan antiarancelario.
No obstante, la buena disposición comenzó a decaer cuando Junts anunció que había logrado introducir cambios en el texto del decreto que beneficiarían a Cataluña. Tras la aprobación del decreto en el Consejo de Ministros, Cuerpo llamó a Bravo para aclarar la situación y apaciguar los ánimos. El ministro reconoció las preocupaciones del PP, asegurando que el tono seguía siendo "bueno" y que se estaba trabajando con total transparencia.
Sin embargo, la confianza del PP se desvaneció cuando el decreto oficial publicado en el BOE mostró discrepancias con el último borrador compartido por el Gobierno, favoreciendo las demandas de los independentistas. Bravo aprovechó la comparecencia de Cuerpo en el Congreso para cuestionar estos cambios, advirtiendo que si la situación no cambiaba, se retirarían del proceso.
A pesar de la defensa del Gobierno, que alegó que los cambios eran solo de carácter procedural, las tensiones continuaron. Feijóo mantuvo su postura firme, asegurando que no estaban más cerca de apoyar el Real Decreto-ley. Por su parte, el Gobierno se centró en mantener el diálogo con las comunidades autónomas, en su mayoría gobernadas por el PP, con el fin de avanzar en la situación.
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