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La Saga del 11-S Toma un Giro Inesperado: Los Acusados de la Trama Llegan a un Acuerdo Previo al Juicio
En un desarrollo sorprendente que ha causado conmoción en el sistema de justicia estadounidense y entre las familias de las víctimas del 11-S, tres hombres acusados de orquestar los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos han llegado a un acuerdo previo al juicio, según un anuncio del Departamento de Defensa.
Khalid Sheikh Mohammed, Walid Muhammad Salih Mubarak Bin Attash y Mustafa Ahmed Adam al-Hawsawi, quienes han estado detenidos en la base naval estadounidense en Guantánamo Bay, Cuba, durante años sin enfrentar juicio, están en el centro de este giro inesperado. Aunque los detalles del acuerdo siguen sin divulgarse, informes de medios estadounidenses sugieren que los acusados se declararán culpables a cambio de que los fiscales acuerden no buscar la pena de muerte.
Este desarrollo llega más de dos décadas después de los ataques que causaron casi 3,000 muertes en Nueva York, Virginia y Pensilvania. Los ataques del 11-S, que siguen siendo el asalto más mortífero en suelo estadounidense desde el ataque japonés a Pearl Harbor en 1941, desencadenaron la "Guerra contra el Terror" y llevaron a las invasiones de Afganistán e Irak.
El acuerdo de culpabilidad se reveló inicialmente en una carta enviada por los fiscales a las familias de las víctimas, según informó The New York Times. El Departamento de Defensa de Estados Unidos ha confirmado la existencia del acuerdo, pero ha declarado que "los términos y condiciones específicos de los acuerdos previos al juicio no están disponibles para el público en este momento."
Los acusados enfrentan una serie de cargos, incluidos atacar a civiles, asesinato en violación de las leyes de guerra, secuestro y terrorismo. Khalid Sheikh Mohammed, ampliamente considerado como el cerebro detrás de los ataques, está acusado de presentar la idea de secuestrar y estrellar aviones contra edificios estadounidenses al líder de al-Qaeda, Osama bin Laden, y posteriormente de asistir en el reclutamiento y entrenamiento de los secuestradores.
El camino hasta este punto ha sido largo y lleno de controversias. Mohammed fue sometido a "técnicas de interrogatorio mejoradas," incluyendo el agua de tortura al menos 183 veces, antes de que tales prácticas fueran prohibidas por el gobierno estadounidense. El juicio ha enfrentado numerosos retrasos, en parte debido a las preocupaciones de que estos métodos de interrogatorio, que los críticos argumentan que equivalían a tortura, podrían haber comprometido las pruebas contra los detenidos.
Este acuerdo marca un cambio significativo respecto a septiembre, cuando la administración Biden supuestamente rechazó los términos de un acuerdo de culpabilidad con cinco hombres detenidos en Guantánamo, incluyendo a Mohammed. En ese momento, los acusados habían solicitado garantías contra el confinamiento solitario y acceso al tratamiento para traumas.
El Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca ha declarado que la oficina del Presidente fue informada del nuevo acuerdo el miércoles, pero no jugó ningún papel en las negociaciones.
La noticia ha suscitado fuertes reacciones de varios sectores. Jim Smith, cuyo esposa murió en los ataques, expresó su decepción al New York Post, lamentando que las familias de las víctimas habían "esperado 23 años para tener nuestro día en el tribunal para poner en el registro lo que estos animales hicieron a nuestros seres queridos." Argumentó que los acusados deberían recibir la "máxima pena" por sus roles.
Los políticos también han opinado, con el líder de la minoría del Senado, Mitch McConnell, condenando el movimiento como "una repugnante abdicación de la responsabilidad del gobierno de defender a Estados Unidos y proporcionar justicia." Añadió: "Lo único peor que negociar con terroristas es negociar con ellos después de que estén bajo custodia."
Este desarrollo inesperado plantea numerosas preguntas sobre la naturaleza de la justicia, los derechos de los acusados y la compleja interacción entre la seguridad nacional y los procesos legales. A medida que surjan más detalles, es seguro que provocará un intenso debate sobre la forma adecuada de abordar uno de los eventos más traumáticos de la historia reciente de Estados Unidos.
Las familias de las víctimas del 11-S, que han esperado más de dos décadas para tener un cierre, ahora enfrentan una nueva realidad. Las próximas semanas probablemente verán un escrutinio intenso de los términos del acuerdo y sus implicaciones tanto para los acusados como para aquellos que aún lidian con las secuelas de ese fatídico día de septiembre.
A medida que esta historia continúa desarrollándose, sirve como un recordatorio claro del impacto duradero del 11-S en la sociedad estadounidense y los desafíos continuos para buscar justicia para una tragedia monumental. El mundo observa de cerca mientras este nuevo capítulo en la saga del 11-S comienza a tomar forma, con posibles consecuencias de gran alcance para el derecho internacional, los esfuerzos contra el terrorismo y la memoria colectiva de uno de los eventos más definitorios del siglo XXI.