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Un túnel bajo el Estrecho de Gibraltar: un nuevo símbolo de unión euroafricana

Lunes 16 Junio 2025 - 09:20
Un túnel bajo el Estrecho de Gibraltar: un nuevo símbolo de unión euroafricana
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Reactivando una visión ambiciosa

En Tánger, los ferris transportan pasajeros, mercancías y turistas por el Estrecho de Gibraltar, una vía clave entre África y Europa. Hoy, la idea de un enlace permanente—un túnel ferroviario submarino de 42 kilómetros—entre Punta Paloma en España y Punta Malabata en Marruecos vuelve a captar atención internacional.

España ha destinado recientemente 1,6 millones de euros para actualizar los estudios de viabilidad, marcando un avance importante tras décadas de estancamiento. Concebido en los años 80 y formalmente reactivado en 2023, el proyecto ha sobrevivido a cambios políticos y a interrupciones como la pandemia de COVID-19. Ahora, las autoridades lo presentan como algo más que una infraestructura: un puente entre continentes, con implicaciones comerciales, culturales y económicas.

El ministro de Transportes español Óscar Puente y responsables marroquíes han subrayado su valor geopolítico, describiéndolo como un símbolo de cooperación en un mundo cada vez más interconectado.

Desafíos técnicos y apuestas geopolíticas

El túnel enfrenta enormes retos técnicos. Alcanzaría profundidades de hasta 475 metros bajo el mar y atravesaría una zona sísmica activa cerca de la falla Azores-Gibraltar, lo que lo convertiría en una hazaña de la ingeniería subacuática. Algunos expertos lo comparan con el Eurotúnel, pero con mayores dificultades geológicas y medioambientales.

Para Marruecos, el proyecto va más allá de la conexión física: es una muestra de liderazgo y poder blando. Como único país africano que coorganizará el Mundial de Fútbol 2030 junto a España y Portugal, Marruecos refuerza su papel como puente entre continentes. Aunque los planes iniciales preveían completar el túnel antes del torneo, las nuevas estimaciones apuntan a 2040.

La cooperación hispano-marroquí forma parte de una estrategia europea más amplia. El ministro de Exteriores de España, José Manuel Albares, ha pedido reforzar los lazos con Marruecos, destacando intereses comunes frente a la incertidumbre global. El proyecto se alinea con el Pacto Verde Europeo y con los esfuerzos de la UE para diversificar sus cadenas de suministro mediante alianzas más estrechas con el norte y el oeste de África.

Transformación económica e impacto local

Economistas ven el túnel como un posible motor para la logística y el comercio regional. Marruecos, ya socio comercial clave de España y la UE, podría consolidarse como puerta de entrada de bienes, mano de obra e inversiones africanas. La iniciativa también responde al objetivo europeo de garantizar rutas comerciales alternativas ante crisis globales.

Autoridades españolas prevén beneficios económicos relevantes, como un tránsito más fluido de mercancías y servicios, que aceleraría el desarrollo marroquí. Además, el servicio de ferris de alta velocidad entre Tarifa y Tánger, lanzado por Balearia en mayo de 2025, demuestra la creciente demanda de conectividad en la zona.

A pesar de las promesas del túnel, los ferris seguirán siendo esenciales, por su flexibilidad y menor coste. Pero el túnel ofrecería una opción permanente, resistente al clima, reflejo de una integración creciente entre ambas regiones.

Entre aspiraciones y dudas

El proyecto genera entusiasmo, pero también escepticismo. Ambientalistas alertan sobre los riesgos de perforar en el Estrecho, un ecosistema clave para la biodiversidad marina. También hay críticas por los retrasos y los cambios de prioridad a lo largo de los años. Aunque los planes existen desde principios de los 2000, los avances concretos siguen siendo limitados.

Los desafíos técnicos y financieros son enormes. El túnel requeriría soluciones de ingeniería sin precedentes, superiores a las aplicadas en proyectos submarinos existentes. Sin embargo, su valor simbólico mantiene viva la visión.

Un símbolo de unidad

El túnel Marruecos-España representa más que acero y hormigón. Es un reflejo de una aspiración compartida de integración económica, intercambio cultural y solidaridad entre Europa y África. Para familias, estudiantes, trabajadores y turistas que cruzan el estrecho, ofrece la promesa de mayor acceso y oportunidades.

Su realización dependerá de la voluntad política y la cooperación internacional sostenida. Si se concreta, podría convertirse en un hito de la unidad euroafricana del siglo XXI. Hasta entonces, sigue siendo una visión, pero una que sigue impulsando avances.



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