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"Never Let a Good Crisis Go to Waste"
Lo sabemos, lo vivimos, la cuestión de nuestra integridad territorial está en el centro de una lucha constante en el ámbito internacional en todas las componentes de la diplomacia marroquí. ¡Y eso no es todo! Cada componente de la sociedad marroquí, en algún momento u otro, se encuentra confrontado con esta lucha. Si parte de la población a veces lo olvida, las redes sociales están ahí para recordarnoslo, ya que están llenas de contenidos engañosos de nuestros detractores.
No es solo una batalla política o diplomática; es una cuestión estratégica, histórica y económica para nosotros los marroquíes. Durante mi participación en una sesión sobre el cabildeo en Dajla y a través de los intercambios que siguieron, esta realidad se impuso con fuerza: cada desafío, cada ataque contra nuestra soberanía, cada discurso falaz, lejos de ser un obstáculo, es en realidad una oportunidad. Una oportunidad para argumentar mejor, para comunicar mejor, para fortalecer nuestras alianzas y para afirmar, con más fuerza, la legitimidad de nuestra causa.
En febrero de 1945, cuando la Segunda Guerra Mundial aún no había terminado, Winston Churchill, Franklin Roosevelt y Joseph Stalin se reunieron en Yalta para sentar las bases de un nuevo orden mundial. El mundo estaba en ruinas, se habían perdido millones de vidas y, sin embargo, en medio del caos, Churchill pronunció esta frase que se ha vuelto legendaria: "Nunca dejes que una buena crisis se desperdicie."
Su mensaje era claro: en cada crisis, por profunda que sea, se esconde una oportunidad. Una oportunidad para reconstruir, repensar, innovar. Un mes después, nacían las Naciones Unidas, con la ambición de evitar que se repitiera un conflicto de tal magnitud.
Esta filosofía resonó en mí a lo largo de mi viaje a Dajla, donde tuve la oportunidad de participar en una formación sobre el cabildeo a favor de nuestra causa nacional. Más que nunca, esta cita se convirtió en mi hilo conductor, tanto durante las sesiones de formación como en el camino de regreso, donde cada intercambio me reafirmó en este enfoque.
En el lugar, analizamos las técnicas más efectivas para estructurar un cabildeo convincente. No se trataba solo de responder a los ataques, sino de construir un discurso proactivo, basado en hechos históricos irrefutables y marcos legales sólidos. Trabajamos en un argumento adaptado a las arenas internacionales, en la importancia de una narración clara e impactante y en la necesidad de transformar cada crisis en un palanca de movilización y refuerzo de nuestra posición.
Al dejar Dajla, una cosa estaba clara: esta formación no era solo un ejercicio académico. Era un recordatorio poderoso de que nuestro compromiso debe ser constante, metódico y siempre orientado a la acción. Cada ataque contra nuestra soberanía es una oportunidad para demostrar nuestra solidez. Cada controversia es una oportunidad para aclarar nuestra posición. Cada desafío es una oportunidad para avanzar.
Como Churchill comprendió en 1945, las crisis no son fatalidades. Son momentos de transformación, siempre que sepamos aprovecharlos. Hoy en día, tenemos las herramientas, los argumentos y la determinación para que nunca un ataque contra nuestra integridad territorial sea una oportunidad perdida, sino siempre un trampolín hacia una ofensiva diplomática razonada y eficaz. Esto no significa que debamos improvisar, todo lo contrario: cada acción debe formar parte de una estrategia reflexionada y una comunicación bien definida de antemano.
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