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La tecnología láser renueva la antigua columna de Marco Aurelio en Roma
Los conservadores italianos han emprendido una ambiciosa restauración de la Columna de Marco Aurelio en Roma, utilizando tecnología láser para eliminar con precisión siglos de suciedad acumulada en la superficie de mármol del monumento. Esta es la primera restauración importante del antiguo sitio en más de cuarenta años y representa el uso más amplio de limpieza con láser aplicado a un monumento antiguo en Italia.
La precisión del láser redefine la conservación
El equipo de especialistas utiliza rayos láser de pulsos cortos para retirar delicadamente las capas de contaminación que han oscurecido el blanco original del mármol. Según la restauradora principal, Marta Baumgartner, los láseres no solo ofrecen resultados más rápidos que los métodos tradicionales, sino que también garantizan un respeto máximo por el material, evitando daños a la superficie y preservando los detalles más finos. También se emplean envolturas químicas, esponjas y resinas para reparar la erosión y las grietas provocadas por el paso del tiempo y las condiciones climáticas.
Un monumento histórico a las guerras imperiales
De casi 47 metros de altura, la columna se levanta en la Piazza Colonna de Roma y fue construida entre los años 180 y 193 d.C. para honrar al emperador Marco Aurelio y sus campañas militares en el frente del Danubio. Su relieve en espiral muestra más de dos mil figuras esculpidas soldados, civiles y deidades que narran escenas de batalla y conquista. Con el paso de los siglos, la erosión ha borrado muchos de los rasgos faciales y detalles más delicados, aunque los restauradores señalan que la narración visual del monumento sigue siendo impresionante incluso de cerca.
Fondos europeos impulsan la restauración
El proyecto, valorado en unos dos millones de euros, está financiado por el fondo de recuperación pospandemia de la Unión Europea. Los trabajos comenzaron en abril y se prevé su finalización en junio. La columna ha pasado por varias restauraciones desde su construcción, la primera bajo el papa Sixto V a finales del siglo XVI, cuando sustituyó la estatua original del emperador Marco Aurelio por una de San Pablo. Hoy, el monumento se mantiene como un símbolo perdurable del poder imperial de Roma, frente a la sede de la primera ministra italiana y rodeado de edificios gubernamentales clave.