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El papel pivotal de Marruecos en el comercio de baterías de vehículos eléctricos
Marruecos ha emergido como un importante centro para las inversiones chinas a gran escala en la producción de baterías de vehículos eléctricos, lo que ha suscitado debates críticos sobre su potencial para una verdadera industrialización frente a su posición como peón en la rivalidad geopolítica entre China y Occidente.
En un análisis reciente publicado por el Instituto Transnacional, el investigador marroquí Ali Amouzai explora cómo Marruecos se ha posicionado estratégicamente en la competencia global por minerales críticos esenciales para la transición hacia la energía verde. Estos minerales son particularmente vitales para las baterías de vehículos eléctricos.
“Marruecos se ha convertido en un destino principal para inversiones a gran escala en el refinado de minerales estratégicos y críticos utilizados en la producción de baterías de vehículos eléctricos, con empresas chinas liderando la carga”, afirma Amouzai en su documento titulado “Minerales crudos críticos en Marruecos: ¿Una oportunidad para la industrialización o un campo de batalla geopolítico entre China y Occidente?”
Este análisis llega en un momento en que varios importantes fabricantes de baterías chinas han anunciado inversiones que suman miles de millones de dólares en Marruecos. Notablemente, en septiembre de 2023, CNGR reveló un plan de 2 mil millones de dólares para establecer una base de fabricación significativa en Jorf Lasfar, colaborando con el grupo de inversión de la familia real marroquí, Al Mada. Antes, en junio, la empresa chino-alemana Gotion High-Tech firmó un acuerdo de 6.4 mil millones de dólares para construir la primera fábrica de baterías de vehículos eléctricos de África en Bouknadel, cerca de Rabat, que se anticipa tendrá una capacidad de producción de aproximadamente 100 gigavatios-hora por año.
Amouzai destaca que estas inversiones no son meramente ventures económicas, sino parte de la estrategia más amplia de China para sortear restricciones comerciales. La actual guerra comercial entre Estados Unidos y China y las tensiones geopolíticas resultantes, especialmente tras el anuncio del presidente Joe Biden sobre la Ley de Reducción de la Inflación, han llevado a China a buscar asociaciones con países que tienen acuerdos de libre comercio con Estados Unidos. Marruecos, con su acuerdo vigente, presenta un camino para que los fabricantes chinos califiquen para subsidios estadounidenses, facilitando así lo que los expertos denominan “friends-shoring”.
El documento señala la notable posición de Marruecos en el mercado mineral global, clasificándose en el noveno lugar en producción de cobalto y en el undécimo en reservas de cobalto, convirtiéndose en el segundo productor más grande de África después de la República Democrática del Congo. Además, Marruecos posee el 70% de las reservas de fosfato del mundo, un componente clave en la producción de baterías de vehículos eléctricos de bajo costo.
Mientras el gobierno marroquí promociona estas inversiones como transformadoras para la economía y el desarrollo industrial del país, Amouzai plantea preguntas pertinentes sobre los beneficios reales. Por ejemplo, el exministro de Inversiones Jazouli anunció que Gotion High-Tech crearía 30,000 empleos en diez años; sin embargo, Amouzai sugiere que estas proyecciones pueden estar infladas.
“El empleo permanente es esencial para una transición verde justa, sin embargo, la reciente creación de empleo en Marruecos ha dependido en gran medida de la subcontratación”, afirma. Además, aclara que los proyectos importantes, como las plantas de energía renovable, son típicamente intensivos en capital y ofrecen empleo principalmente durante las fases de construcción, quedando pocas posiciones de alta calificación después.
El documento sostiene que la estrategia de Marruecos de integrarse en redes de capital global y aprovechar rivalidades entre grandes potencias podría mejorar su posición dentro de la actual división internacional del trabajo, pero no conducirá a una verdadera industrialización. “Marruecos sigue siendo una economía pequeña, ocupando el sexto lugar en África en PIB, principalmente dependiente de la agricultura y la extracción de materias primas”, observa Amouzai.
Desafía la narrativa optimista que rodea a estas inversiones, argumentando que la dependencia de Marruecos del capital extranjero es evidente en las frecuentes referencias a la “soberanía” en documentos estatales. El investigador sostiene que el papel de la monarquía como garante de la estabilidad política en una región plagada de tensiones compromete las perspectivas de transferencia tecnológica genuina y de independencia industrial.
Amouzai también critica las implicaciones medioambientales de estas inversiones, argumentando que el objetivo principal del capital marroquí y la retórica “verde” del estado es asegurar fondos verdes internacionales y facilitar el acceso al mercado europeo. Destaca que las empresas chinas pueden preferir Marruecos para evitar regulaciones ambientales estrictas en Europa, citando el proceso acelerado de permisos como una ventaja significativa.
En conclusión, Amouzai aboga por una política de industrialización verde que priorice la demanda local sobre la estrategia actual centrada en la exportación. Hace un llamado a iniciativas industriales públicas, un enfoque en las necesidades energéticas nacionales, reformas en la planificación urbana y una mayor cooperación en toda la región del Magreb. “La energía, independientemente de su fuente, puede contribuir a construir un futuro más verde y socialmente justo para Marruecos, pero no puede desvincularse de la estructura económica global, los marcos sociales y las diversas formas de opresión que los atraviesan”, concluye.
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