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La legalización del cannabis transforma la agricultura y la economía rural en Marruecos
Marruecos, uno de los principales productores mundiales de hachís, atraviesa una profunda transformación. Con la Ley 13-21, que legaliza el cannabis para usos médicos, cosméticos e industriales, el país está pasando de un cultivo ilegal a una economía regulada con el objetivo de revitalizar sus regiones rurales.
Un nuevo marco legal
En 2021, Marruecos aprobó la Ley 13-21. La legislación buscó desmantelar el mercado negro del cannabis, proteger a los agricultores y abrir el camino a las exportaciones reguladas. Para 2024, la Agencia Nacional para la Regulación de Actividades Relacionadas con el Cannabis (ANRAC) había emitido 2.905 licencias para el cultivo, procesamiento y comercialización, principalmente en las provincias de Taounate, Alhucemas y Chauen.
La reforma ofrece a los agricultores protección legal y acceso directo a los mercados. Integra una economía informal histórica dentro de los planes de desarrollo nacional. A través de cooperativas, los agricultores ganan poder de negociación e ingresos estables.
Un motor económico para el Marruecos rural
Durante décadas, decenas de miles de agricultores dependieron del cultivo de cannabis sin protección legal. Enfrentaban precios inestables, riesgos de detención y explotación por parte de intermediarios. Hoy, el cannabis se ha convertido en un cultivo estratégico.
El Ministerio del Interior estima que el sector legal puede generar más de mil millones de dólares al año en ingresos por exportaciones. En 2023, se inauguró una planta de procesamiento en Taounate, señalando un cambio hacia un sector industrializado y regulado. La instalación genera cientos de empleos y conecta a los agricultores con compradores nacionales e internacionales.
Creación de empleo y estabilidad rural
La legalización aporta empleo formal al Marruecos rural. Según ANRAC, cada hectárea licenciada crea unos 10 puestos de trabajo, desde el cultivo hasta el control de calidad.
Esto ayuda a frenar la migración juvenil. Muchos jóvenes encuentran ahora oportunidades en sus comunidades. Con inversiones en infraestructura y formación agrícola, el cannabis puede convertirse en la base de la renovación rural.
Exportaciones y oportunidades internacionales
La primera exportación legal de cannabis marroquí a Suiza en 2024 marcó su entrada en el mercado internacional. Cumpliendo con los estándares farmacéuticos europeos, la exportación mostró la capacidad de Marruecos para competir en mercados regulados.
Gracias a su clima y cercanía a Europa, Marruecos está bien posicionado. Empresas como Herbies Seeds destacan las variedades autóctonas marroquíes como valiosas por su calidad y estabilidad genética. La demanda europea de cannabis orgánico y de alto contenido de THC sigue en aumento.
Obstáculos y riesgos
Pese a los avances, no todos los agricultores han podido integrarse al mercado legal. Algunos critican la lentitud y burocracia en la entrega de licencias, que dificulta la entrada de pequeños productores.
También existen riesgos ambientales. Si no se gestiona correctamente, el cultivo intensivo podría agravar la escasez de agua, especialmente en zonas montañosas ya afectadas por el cambio climático.
¿Crecimiento sostenible u oportunidad perdida?
El cannabis legal es más que una industria emergente. Es una prueba de reforma rural. Si se gestiona de forma transparente, inclusiva y sostenible, puede reducir la pobreza, frenar la migración y fortalecer las economías locales.
Los primeros datos son alentadores. Los agricultores abandonan la inseguridad del mercado negro. Aumenta la inversión. Vuelven los empleos. Marruecos ya no es solo un proveedor de hachís: está emergiendo como un actor regulado en la economía global del cannabis.
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