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Una Nochebuena Sombría Bajo los Conflictos Globales
La Nochebuena de 2024 estuvo marcada por un aire de reflexión sombría mientras el mundo observaba la festividad bajo la sombra de los conflictos en curso, especialmente las guerras en Gaza y Ucrania. Belén, el lugar tradicional de nacimiento de Jesús, se erigió como un símbolo conmovedor de estas luchas, con sus calles más tranquilas de lo habitual. Normalmente adornada con luces festivas y un árbol de Navidad gigante, la Plaza del Pesebre estuvo vacía de la habitual alegría. Faltaban las multitudes de turistas internacionales, al igual que los vibrantes sonidos de los exploradores palestinos, reemplazados por un silencio solemne.
La economía de Belén, que depende en gran medida del turismo, sufrió un duro golpe con una drástica caída en el número de visitantes. Antes de la pandemia de COVID-19, la ciudad atraía a más de 2 millones de turistas anualmente. Este año, se esperaba que menos de 100,000 turistas visitaran, lo que afectó gravemente a los negocios locales, especialmente durante la temporada navideña, que representa alrededor del 70% de los ingresos de la ciudad.
La violencia en Cisjordania, con más de 800 palestinos muertos por disparos israelíes desde octubre, ha agravado las dificultades en Belén. Los puestos de control militares, las severas restricciones de viaje y las dificultades económicas han creado un ambiente de tensión e incertidumbre. Muchos palestinos no han podido salir de la región, y alrededor de 150,000 trabajadores no han podido cruzar a Israel para trabajar. La guerra en curso, desatada por el ataque de Hamas del 7 de octubre, ha causado un desplazamiento masivo y una gran interrupción.
En medio de esta dura realidad, líderes religiosos como el Patriarca Latino Pierbattista Pizzaballa expresaron esperanza en un futuro mejor, reflexionando sobre las tiendas cerradas y las calles vacías en Belén. Dijo a los congregados que esta Navidad debía ser "la última tan triste".
La Nochebuena de este año en Gaza fue igualmente sombría, con muchos cristianos desplazados refugiados en iglesias, luchando con las duras condiciones de la guerra. Una mujer desplazada, Najla Tarazi, expresó su esperanza de que el próximo año puedan celebrar la Navidad en sus hogares y regresar a Belén.
En otras partes del mundo, el espíritu navideño se manifestó de diferentes maneras. En París, la restauración de la Catedral de Notre-Dame ofreció un símbolo de resistencia. Miles se reunieron para celebrar la primera Misa de Nochebuena allí desde el incendio de 2019. En Siria, la ciudad de Saydnaya, devastada por una década de guerra, vivió un raro momento de alegría al iluminar un árbol de Navidad en la plaza central.
En los EE. UU., las iglesias ofrecieron mensajes de esperanza y fe. En City Church de Madison, Wisconsin, la comunidad se reunió para encontrar gozo en el amor de Dios, incluso tras una reciente tragedia. El pastor Tom Flaherty recordó a su congregación que la verdadera alegría proviene de lo más profundo y del amor de Dios, sin importar las circunstancias externas.
En otras partes del mundo, las personas encontraron formas de celebrar y conectarse. En Barcelona, los voluntarios llevaron alegría navideña a los marineros, mientras que en los Balcanes, la primera nevada en años trajo un sentido de asombro en medio de las dificultades.
Mientras el mundo reflexiona sobre otra Nochebuena marcada por los conflictos globales, sigue existiendo la esperanza de sanación, paz y un futuro en el que la alegría pueda ser completamente restaurada.
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