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La protesta de Barcelona contra el turismo masivo se intensifica con una manifestación de agua
Decenas de manifestantes en Barcelona hicieron oír su voz el domingo, empuñando pistolas de agua y bloqueando un autobús turístico mientras gritaban “¡turistas, vayan a casa!”. Esta notable manifestación, que se produce con la llegada de la temporada de verano, marca la primera protesta significativa contra el turismo masivo del año en la vibrante capital de España.
Reunidos cerca de la icónica basílica de la Sagrada Familia, los manifestantes detuvieron el autobús, rociando a los vacacionistas a bordo con agua. Desplegaron una gran pancarta que decía “Apaguemos el fuego turístico. 15 de junio – Día de lucha contra la turistificación”, indicando planes para una protesta mayor en el futuro.
Muchos de los participantes estaban afiliados a diversas organizaciones y plataformas de toda Europa, que viajaron a Barcelona para un foro que abordaba los desafíos que plantea el turismo masivo. Usando megáfonos, expresaron preocupaciones sobre la masificación y sus efectos perjudiciales sobre la comunidad local, pidiendo medidas urgentes para mitigar la situación.
El enfrentamiento con el autobús duró aproximadamente diez minutos antes de que la policía de los Mossos d'Esquadra interviniera, deteniendo a unas 20 personas.
Esta protesta no es un incidente aislado; Barcelona ha lidiado con las consecuencias del turismo masivo durante más de una década. La ciudad ha sido escenario de numerosas manifestaciones, con grafitis y lemas anti-turismo convirtiéndose en vistas cada vez más comunes. Protestas anteriores incluyeron eventos notables en 2017, cuando los locales vandalizaron bicicletas turísticas y pinchaban las llantas de autobuses turísticos.
El verano pasado, aproximadamente 2,800 personas marcharon por Las Ramblas, exigiendo un nuevo modelo económico destinado a reducir la afluencia de turistas que ha abrumado la ciudad. En esa ocasión, algunos manifestantes utilizaron pistolas de agua para rociar a los turistas que cenaban a lo largo de la famosa avenida, un acto que atrajo una considerable atención mediática.
En 2024, Barcelona recibió a 15.5 millones de turistas, con una población residente de aproximadamente 1.7 millones. Esto significa que durante los meses de verano, los visitantes pueden superar significativamente a los locales. Los desafíos asociados con un número tan elevado de turistas incluyen la masificación, el aumento de precios, la generación de más residuos y la contaminación, particularmente por parte de los cruceros.
Barcelona no está sola en su lucha contra el turismo masivo. Otras ciudades españolas han visto protestas similares escalar más allá de gritos y marchas. El pasado julio, residentes en Sevilla cubrieron las cajas de estilo Airbnb con excremento, mientras que en Málaga aparecieron pegatinas anti-turismo con mensajes como “¡vayan a casa!”. En Mallorca, se colocaron señales falsas advirtiendo sobre “agua de mar contaminada” y “medusas peligrosas” en las entradas de las playas para disuadir a los visitantes.
Solo en las Islas Baleares, se produjeron cinco protestas masivas contra el turismo excesivo el año pasado, con manifestaciones similares en Alicante, Valencia, Madrid, Granada, Ibiza, Girona y Cantabria.
Una de las principales quejas entre los locales es que el turismo eleva los costos de vivienda y retira propiedades del mercado para ser utilizadas como alojamiento turístico. Si bien las protestas en 2025 se han centrado principalmente en la crisis de la vivienda, la naturaleza interconectada de los problemas de vivienda y turismo sugiere que esta reciente manifestación en Barcelona podría no ser la última. A medida que los residentes locales continúan expresando sus frustraciones, el impacto del turismo masivo en la vida urbana sigue siendo una preocupación apremiante.
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