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El fútbol y el arte contra Franco, y la creciente negativa a dividir cuentas en España
El fútbol como protesta antifascista: la cabeza de Franco como balón
La pasión española por el fútbol tomó un giro inesperado esta semana en el festival experimental "Ex Abrupto" en Moia, cerca de Barcelona. Dos equipos participaron en un partido simbólico, utilizando una réplica hiperrealista de la cabeza del dictador Francisco Franco como balón.
El evento, titulado "La Copa del Generalísimo," subvirtió el nombre del torneo futbolístico celebrado durante la dictadura de Franco (1939–1975). Realizado cerca de antiguas trincheras de la Guerra Civil Española, marcó el 50º aniversario de la muerte de Franco y sirvió como un mensaje antifascista.
La cabeza, hecha de resina y silicona, fue creada por el artista Eugenio Merino y el grupo activista Indecline. Merino, conocido por sus obras provocadoras sobre Franco, ya había llamado la atención con "Always Franco," una representación a tamaño real del dictador dentro de un refrigerador, y "Punching Franco," un saco de boxeo con la cabeza del dictador. Ambas obras generaron quejas legales de la Fundación Francisco Franco, que fueron desestimadas por los tribunales españoles.
Merino explicó la intención artística detrás del partido: "Es el 50 aniversario de la muerte de Franco, y pensé que era necesario conmemorarlo. Recuperamos la idea del antifascismo a través del juego y el disfrute."
El partido, grabado para su emisión en bares locales, destaca cómo el arte y el deporte pueden converger para desafiar narrativas históricas e ideologías políticas. La cabeza de Franco permanecerá expuesta en un museo en Moia.
Merino e Indecline han realizado eventos similares utilizando réplicas de otros líderes controvertidos, como Donald Trump y Jair Bolsonaro, para transmitir mensajes políticos.
Los bares españoles se posicionan contra dividir cuentas
En un cambio que está frustrando a los comensales en toda España, cada vez más bares y restaurantes se niegan a dividir las cuentas para los clientes. En su lugar, los establecimientos están alentando a un cliente a pagar el total, dejando al grupo resolver los reembolsos de manera privada.
Esta tendencia, particularmente prominente en Málaga, se ha extendido a ciudades como Barcelona y Zaragoza. El personal de los restaurantes argumenta que dividir cuentas para grupos grandes consume mucho tiempo y afecta su flujo de trabajo. El canal de televisión español La Sexta destacó recientemente el tema, señalando que los camareros a menudo enfrentan dificultades con clientes que insisten en pagar solo por lo que consumieron.
La organización de consumidores Facua aclaró que, aunque esta práctica no es aún generalizada, los negocios están en su derecho de rechazar cuentas divididas, siempre que lo notifiquen a los clientes de antemano, ya sea verbalmente o mediante carteles. Además, la ley española permite a los establecimientos cobrar tarifas por dividir pagos, siempre que esto se comunique claramente. Algunos locales ya han introducido recargos de €1–€2 por cliente por este servicio.
Aunque las propinas no son una práctica significativa en la cultura española, añaden otra capa de complejidad cuando se trata de grupos. Por ahora, se aconseja a los clientes confirmar las políticas de pago del restaurante antes de comer para evitar sorpresas.