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Concentración financiera y gobernanza tras la adquisición de Soludia por Sothema
El sector farmacéutico en Marruecos ya no se limita exclusivamente a una función de salud pública. Con el paso del tiempo, se ha convertido en un espacio clave de concentración de capital, donde el valor económico se construye y se transfiere a través de operaciones financieras de gran envergadura. La adquisición casi total de Soludia Maghreb por parte de Sothema, con una valoración cercana a los mil millones de dírhams, ilustra claramente esta evolución.
Soludia, especializada en productos esenciales para el tratamiento de la hemodiálisis, prevé para 2025 unos ingresos aproximados de 360 millones de dírhams y un EBITDA ajustado de 90 millones de dírhams, sin contar sinergias. Estas cifras demuestran cómo un segmento vinculado a una patología crónica vital puede generar márgenes suficientes para justificar una valoración muy elevada.
La operación incluye además una importante ampliación de capital en Sothema, aprobada por la autoridad reguladora del mercado, así como un pago adicional condicionado a los resultados futuros. En este contexto, el medicamento deja de ser únicamente un bien terapéutico para convertirse en un activo financiero plenamente estructurado.
Más allá de los aspectos financieros, la transacción revela una reconfiguración del control del mercado farmacéutico marroquí. Tras la adquisición, la mayor parte del capital de Soludia queda en manos de Sothema, uno de los principales grupos farmacéuticos del país, con presencia internacional y una estrategia clara de consolidación e integración vertical.
Este movimiento se inscribe en una tendencia más amplia de concentración del mercado, donde un número reducido de grupos domina segmentos terapéuticos estratégicos. Al absorber empresas especializadas, estos actores aseguran ingresos estables y convierten necesidades médicas esenciales en fuentes de rentabilidad duradera.
La hemodiálisis es un ejemplo representativo: se trata de una demanda estructural, creciente y mayoritariamente financiada por sistemas públicos o paraestatales. Esto garantiza flujos de ingresos previsibles, riesgos comerciales limitados y una elevada rentabilidad.
Aunque estas operaciones están reguladas y supervisadas por las autoridades competentes, plantean interrogantes sobre su legitimidad social y económica. La creciente financiarización del sector farmacéutico obliga a reflexionar sobre la transparencia, los márgenes, el acceso equitativo a los tratamientos y la sostenibilidad de los sistemas de salud.
En definitiva, la creación de riqueza a partir del medicamento en Marruecos es una realidad económica comprobada. Sin embargo, cuando tratamientos vitales alcanzan valoraciones de cientos de millones de dírhams, se vuelve imprescindible abrir un debate público sobre la regulación y la finalidad de un sector que afecta directamente al derecho fundamental a la salud.