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Australia expulsa a diplomáticos iraníes por presunto papel en ataques antisemitas
Australia ha dado un paso diplomático histórico al expulsar al embajador iraní Ahmad Adeghi y a otros tres diplomáticos, acusando a Teherán de orquestar ataques antisemitas en suelo australiano. El anuncio, realizado el martes, marca la medida más significativa que Australia ha tomado contra Irán desde la Segunda Guerra Mundial.
Acusaciones de implicación iraní
La ministra de Relaciones Exteriores, Penny Wong, reveló que las agencias de inteligencia australianas han vinculado a Irán con dos ataques antisemitas: uno dirigido al restaurante Louis Continental Kitchen en Sídney el 20 de octubre de 2024, y otro contra la sinagoga Adass Israel en Melbourne ese mismo mes. El primer ministro, Anthony Albanese, describió estos incidentes como “actos extraordinarios y peligrosos de agresión planificados por un estado extranjero en suelo australiano.”
Según Albanese, el supuesto objetivo de Irán era “socavar la cohesión social y sembrar discordia” en el país. En respuesta, Australia ordenó a los diplomáticos abandonar el país en un plazo de siete días y retiró a su propio embajador de Teherán. Además, el gobierno suspendió las operaciones en su embajada en Irán y se comprometió a designar al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Irán como una organización terrorista.
Una señal diplomática contundente
Esta acción decisiva subraya la gravedad con la que Australia percibe las acusaciones contra Irán. Albanese destacó que la Organización Australiana de Inteligencia de Seguridad (ASIO) ha determinado la probable implicación de Teherán en otros ataques y advirtió sobre posibles consecuencias adicionales si estas actividades continúan.
El primer ministro afirmó: “Estos actos de agresión representan una amenaza directa a la soberanía, la seguridad y la armonía social de Australia. No serán tolerados.” Las medidas forman parte de una respuesta más amplia para proteger a las comunidades judías y salvaguardar la seguridad nacional.
La respuesta de Irán
Teherán negó rápidamente las acusaciones y criticó la decisión de Australia como injustificada. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Irán, Esmaeil Baghaei, calificó las acusaciones como “absolutamente infundadas” y advirtió que “cualquier acción diplomática inapropiada e injustificada tendrá una reacción recíproca.” Irán también acusó a Australia de intentar desviar la atención de las protestas pro-palestinas a gran escala contra las acciones de Israel en Gaza, que recientemente han dominado los titulares.
Baghaei sugirió que la decisión de Canberra estuvo influenciada por dinámicas políticas internas, afirmando que se tomó para “compensar las críticas limitadas que Australia ha dirigido al régimen sionista [Israel].”
Tensiones en aumento
La ruptura diplomática se produce en un contexto de tensiones crecientes entre Irán y las naciones occidentales. Las acciones de Australia se alinean con medidas similares adoptadas por otros países en respuesta a la supuesta interferencia de Irán en asuntos internacionales. Esta escalada también refleja preocupaciones crecientes sobre el antisemitismo global y las amenazas a la seguridad vinculadas a operaciones de influencia extranjera.
La situación marca un precedente para el enfoque de Australia hacia actividades hostiles extranjeras, señalando una postura firme en la protección de su soberanía y en la respuesta a amenazas contra su sociedad multicultural.