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El Ejército Establece un Gobierno Provisional Tras la Huida de la Primera Ministra de Bangladesh, Sheikh Hasina
En un cambio sísmico que ha sacudido profundamente el panorama político de Bangladesh, la primera ministra Sheikh Hasina ha dimitido de su cargo y ha abandonado el país, poniendo fin abruptamente a su mandato de casi dos décadas. Este giro dramático de los acontecimientos sigue a semanas de intensas manifestaciones públicas que han conmocionado a la nación, resultando en un impresionante saldo de más de 300 personas fallecidas.
La situación alcanzó un punto crítico en la noche del domingo cuando la violencia se intensificó, reclamando casi 100 vidas y llevando a las autoridades a imponer un toque de queda a nivel nacional. A pesar de esta medida, la capital, Dhaka, vio un aumento sin precedentes de manifestantes el lunes. Multitudes de ciudadanos se concentraron en el palacio de la primera ministra, impidiendo efectivamente que Hasina se dirigiera a la nación.
A medida que se difundía la noticia de la partida de Hasina, el ambiente en las calles pasó de la desobediencia a la celebración. Tanvir Chowdhury, reportero de Al Jazeera desde Shahbagh Square—el epicentro de las protestas estudiantiles que desencadenaron este movimiento—describió la escena como sin precedentes. "Todos están celebrando, no solo los estudiantes—personas de todos los ámbitos de la vida. Dijeron que esto tenía que suceder; no podíamos decir nada, la democracia estaba oprimida y ahora estamos libres," informó Chowdhury.
En respuesta al vacío de poder, el jefe del ejército, el general Waker-Uz-Zaman, se dirigió a la nación, anunciando la formación de un gobierno provisional. Hizo un llamado a la calma y urgió a los ciudadanos a confiar en el ejército, prometiendo restaurar la paz y asegurar justicia para aquellos que perdieron la vida durante las protestas.
"Invitamos a representantes de todos los principales partidos políticos, y han aceptado nuestra invitación y se han comprometido a colaborar con nosotros," afirmó el general, enfatizando el enfoque inclusivo del período transitorio.
Sin embargo, el espectro de la tumultuosa historia de Bangladesh pesa enormemente. El país soportó períodos prolongados de gobierno militar en las décadas de 1970 y 1980 tras su ardua independencia de Pakistán en 1971. Este contexto histórico ha dejado a muchos bangladesíes cautelosos ante una posible intervención militar.
Irene Khan, relatora especial de la ONU, reconoció el difícil camino que enfrenta el ejército. "Todos esperamos que la transición sea pacífica y que haya responsabilidad por todas las violaciones de derechos humanos que han tenido lugar," dijo Khan a Al Jazeera.
Las raíces de este tumulto se remontan a un controvertido esquema de cuotas de empleo gubernamentales que provocó las protestas iniciales hace un mes. La respuesta dura del gobierno, que incluyó el cierre de universidades y el despliegue de fuerzas policiales y militares para sofocar las manifestaciones, solo sirvió para alimentar el descontento creciente.
Incluso después de que el tribunal más alto del país dictara una reducción significativa de las cuotas cuestionadas del 30 por ciento al 5 por ciento, con un 3 por ciento adicional asignado a familiares de veteranos, las protestas continuaron ganando ímpetu. Lo que comenzó como una queja específica se convirtió en una insurrección nacional que exigía la renuncia de Hasina y responsabilidad por las vidas perdidas durante el malestar.
Thomas Kean, Consultor Senior y experto en Bangladesh en Crisis Group, ve potencial para un cambio positivo en medio de la turbulencia. Hablando con Al Jazeera, sugirió que la crisis actual presenta "una oportunidad para poner a Bangladesh de nuevo en el camino de la democracia genuina y superar las dinámicas electorales hiperpartidistas de todo o nada que han causado tanto daño en las últimas tres décadas."
Mientras Bangladesh se encuentra en este punto crítico, el mundo observa con expectación. Las acciones del gobierno provisional y del ejército en los próximos días y semanas serán cruciales para determinar si este momento de agitación puede llevar realmente a un futuro más democrático y estable para la nación.
La tarea que queda por delante es monumental. Como dijo Irene Khan acertadamente, "Bangladesh tiene, por supuesto, una tarea enorme por delante. Ya no es el modelo de desarrollo sostenible. El gobierno anterior había llevado al país a la desesperación, y habrá mucho trabajo duro para reconstruirlo. Pero, sobre todo, creo que es extremadamente importante que el ejército respete los derechos humanos."
A medida que se asienta el polvo de este capítulo tumultuoso en la historia de Bangladesh, la esperanza de una transición pacífica y la restauración de las normas democráticas sigue siendo una preocupación central tanto a nivel nacional como internacional. Los próximos días serán fundamentales para determinar la trayectoria de esta nación del sur de Asia mientras navega por aguas políticas inexploradas.